Senda

La locura nunca tuvo maestro, hecho el camino, sin duda de exceso, entre molinos y bosques reversibles, rumbo a un concierto en el que sólo el apego a la vida de los hermanos Valdivia evitó que fuera irrepetible y de cuya importancia aún no tenemos conciencia. Desde la resaca y cuando todavía resuenan ecos de sartenes en los tímpanos de algunos, recordamos una senda de la que quedan fotos y recuerdos, quizá imborrables. Bajo la influencia del Espíritu del Vino recorrimos Catedrales que ahora serán del enemigo y las ruinas de una Memphis donde el cierzo no parece perdonar, gracias a la amabilidad de María, siempre encantadora y sonriente, la compañía de Edurne, que aunque nos dedicó una sonrisa mustia creo que disfrutó nuestra compañía, y la paciencia infinita de Ana y del NH Tudela, donde seguro aún nos esperan con los brazos abiertos. Se derramaron pistos, se desvirgaron mantas.

En los brazos de la fiebre transcurrieron dos días que parecieron horas (gracias a Pitt Dogherty y el “Profesional de Barcelona” por su ayuda inestimable). Volvemos a casa entre impulsos de agonizantes Negretes y Cuencas desconocidas, bajo el efecto de la adormidera las cosas más triviales se vuelven fundamentales…

Mas vale Maña que fuerza

Carlos Waide



Aquí tenéis las fotos :)


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